Tenemos el mokugyo, el tambor que marca el ritmo de las recitaciones. El mokugyo representa el corazón de la Sangha , nuestro corazón, centro de todas nuestras emociones, que ahora entra en sintonía con el corazón de todos los seres. El corazón representa e invoca a la compasión, la empatía, la capacidad intrínseca que tiene el ser humano de percibir el sufrimiento y la aflicción de todos los seres sensibles.

Con cada golpe de tambor, con cada latido de nuestro corazón común, disolvemos todo aquello que nos separa y que nos aísla de los demás y también de nosotros mismos. Disolvemos todo aquello que nos separa del sufrimiento, la aflicción, la soledad y el miedo, pero también de la alegría, la dicha y la felicidad sin objeto; ya que, si cerramos nuestro corazón al sufrimiento, estamos también cerrándole la puerta a la felicidad.
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